TENSIONES ACUMULADAS ENTRE RUSIA Y ESTADOS UNIDOS: MÁS ALLÁ DE LA COYUNTURA

Amin Maalouf, en su libro “El naufragio de las civilizaciones” del año 2019, nos recuerda que ante la inesperada implosión de la Unión Soviética en 1991, los estadounidenses podían elegir entre dos opciones. Por un lado, acompañaban la evolución que había puesto en marcha Gorbachov, sosteniéndola económica y políticamente para facilitar la ardua y valiente transición que estaba realizando o por otro, se aprovechaban de la manifiesta debilidad de la superpotencia enemiga para hacer que mordiera el polvo definitivamente. Ante esta disyuntiva, el segundo curso de acción fue por el que se optó, no hicieron nada para salvar a Gorbachov, dejaron que la URSS se disolviera y luego procedieron a desmembrarla, integrando varias de sus antiguas repúblicas a la OTAN, mientras que, sobre el espacio ex soviético avanzó la Unión Europea. Maalouf, acertadamente, evoca que en Washington se alzaron algunas voces para señalar que ese era un camino errado, en especial, a largo plazo.

De ellas, la del extraordinario diplomático estadounidense George F. Kennan (1904-2005), célebre por ser uno de los principales arquitectos de la estrategia de contención que permitió la victoria sobre la URSS y por su artículo de 1947 “Las fuentes del comportamiento soviético”, fue la más relevante. Kennan dijo a sus compatriotas y a los responsables de la política exterior de los Estados Unidos que lo consultaron, que no se debía olvidar por lo que habían peleado [La guerra Fría, 1947-1991], querían que triunfase la democracia sobre la dictadura y lo habían logrado, recordando también que se debían sacar oportunas conclusiones, ya que no debían seguir tratando a los enemigos de ayer como si fueran a seguir siendo enemigos para siempre. Estas reflexiones de Kennan fueron de un valor inestimable ya que este brillante funcionario, sabía diferenciar entre el temor, el recelo y el aborrecimiento que causaba la militancia ideológica del sistema soviético; y el pueblo ruso, su cultura y su literatura, a los que amaba profundamente.    

En las páginas de “El naufragio de las civilizaciones”, Maalouf rememora como Kennan repitió muchas veces que humillar a los rusos iba a favorecer el auge de corrientes nacionalistas y militaristas, así como a entorpecer el avance hacia la democracia, pero sus palabras fueron ignoradas. El curso de acción que prevaleció fue el de aprovechar la ventaja sin titubear, sin dejarse ablandar por escrúpulos éticos o lucubraciones intelectuales. De allí, que cuando el Presidente Clinton le preguntó a uno de sus consejeros, en 1997, sí debían escuchar las advertencias de Kennan, la respuesta que recibió fue que el anciano diplomático se equivocaba y que los rusos acabarían por aceptar cuanto les impusieran, porque no tenían otra opción. Este consejo y el hecho de haberlo seguido fue un error fatal, cuyas consecuencias se ven con desconcierto en la actualidad. Kennan, profundo conocedor del alma rusa y la historia de este extraordinario pueblo, sin lugar a dudas tenía claro que Rusia es incomparable al momento de lograr construir opciones, donde los demás creen que no hay ninguna, siendo un curso de acción equivocado el tratar de postrar, avasallar o amenazar a los rusos.

Maalouf plantea que la gran nación norteamericana tomó un derrotero equivocado, arrastrando consigo, en su estela, a toda la humanidad; con la perspectiva del paso del tiempo se ve claramente que los Estados Unidos no supieron aprobar el difícil examen que les había puesto la historia. En la actualidad, la narrativa que se ha posicionado desde EEUU, Europa y la OTAN, nos presenta a Rusia como un represor autoritario, un agresor expansionista e irredento (Ej. Georgia 2008 – Anexión de Crimea en 2014) que sin razón alguna los amenaza, poniendo en riesgo a las democracias del mundo, así como a los principios y valores que tanto se esfuerzan por sembrar, defender e impulsar. Sin embargo, esta imagen, que ha ganado fuerza en el marco de la actual crisis con Ucrania y los diálogos entre Rusia – EEUU – OTAN para tratar de superarla, tiene el problema de desconocer las consecuencias en el largo plazo de las decisiones que se empezaron a tomar en los 90s. Es una abstracción coyuntural que deja por fuera o minimiza, el efecto acumulativo que se ha dado durante las tres últimas décadas en la relación entre Rusia y EEUU, ignorando los efectos negativos para Rusia o sus intereses, de diversas acciones impulsadas por la política exterior norteamericana en el sistema internacional.

Desde el punto de vista de Rusia, a partir de los años noventa, de forma sistemática, se han puesto en marcha acciones, impulsadas por EEUU a través de la OTAN y con una curiosa anuencia o indiferencia por parte de la Unión Europea, con las que se busca marginar y debilitar a Rusia como potencia. Ejemplo de ello ha sido el continuo avance euroatlántico hacia sus fronteras occidentales a través de la OTAN pese a las promesas verbales de no hacerlo y las vehementes protestas rusas, el despliegue de un escudo antimisiles en Polonia-Rumania que puede volverse ofensivo con facilidad, el desconocimiento de los acuerdos de control de armas nucleares construidos durante la Guerra Fría y la creciente presencia de EEUU en lugares como el Cáucaso o el Mar Negro, amenazando puertos como Sebastopol (Militar) o Novorosíisk (Comercial). Para Rusia ha sido especialmente hostil las provocaciones y la política de vulnerar o desconocer sus intereses en los ámbitos económico, político, militar o cultural, en lugares como Kosovo, Serbia, Irak, Libia, Siria o Ucrania y los intentos para desestabilizar a Rusia mediante acciones como la interferencia en las elecciones rusas de 2011 o el apoyo a las “Revoluciones de Colores” en lugares como Ucrania, Georgia, Kirguistán, Siria, Libia, Kosovo, Bielorrusia o Kazajistán.

Al presenciar la actual escalada de tensiones en Ucrania, desde la perspectiva de EEUU y sus aliados, estos hechos acaecidos durante las últimas décadas, o no han ocurrido, o son falsos, o parecen no tener mayor significado, sentido e importancia, siendo aspectos vitales para Rusia que entiende el sistema internacional como una red interconectada de actores y acciones, que a lo largo del tiempo se influyen mutuamente. A lo anterior, hay que agregar un problema adicional sobre el que al parecer no se está reflexionado mucho y que hace aún más volátil la coyuntura critica que rodea Ucrania, siendo este: Afganistán. La caótica retirada norteamericana de este país en agosto del año pasado, fue un fracaso de primer orden para EEUU y la OTAN, cuyo impacto de largo plazo aún está por verse. La desbandada occidental de las tierras afganas, de manera silenciosa pero incuestionable, puso de manifiesto la profunda crisis que aqueja el pensamiento estratégico norteamericano, entendido éste como la capacidad de un Estado para contar con líderes competentes, capaces de organizar las cosas para alcanzar los objetivos que se han trazado y dotados con una visión de futuro, de largo plazo, que les permite prever o influenciar los acontecimientos antes de que sucedan.

Tras veinte años en Afganistán se presenció el hundimiento de la estrategia diseñada por EEUU-OTAN para el país, en su componente militar (La victoria de los Talibanes fue absoluta), político (No se logró avanzar hacia un embrión de democracia o un Estado viable, medianamente funcional), social (La pobreza pasó del 35% al 53% y los cultivos ilícitos de cerca de 73 mil a 230 mil hectáreas), cultural (No se logró cimentar una visión del Islam distinta a aquella promovida por los Talibanes que destaca por su radicalismo) y económico (No se logró desarrollar sectores productivos, construir economías lícitas o desarrollar la infraestructura). Fue cuando menos desconcertante escuchar las palabras del Presidente Biden, el pasado 12 de septiembre, cuando en Pensilvania, al ser cuestionado sobre los hechos en Afganistán, respondió preguntando ¿Cuál es la estrategia?, una contestación sorprendente porque era algo que desde el principio debía estar claro. Estos hechos se vieron complementados por los anuncios de centrar los esfuerzos de la administración en enfrentar a Rusia y China, con el fin de contenerlos o hacerlos pagar, buscando así recuperar la preeminencia de los Estados Unidos en el sistema internacional. El problema de ese curso de acción es que para escenarios como Libia, Siria, Irak o las Primaveras Árabes, entre otros, también surge la pregunta de ¿Dónde está la estrategia?, pues se trata de lugares en los que tampoco se puede reivindicar algo parecido a un éxito o una victoria.

El fiasco en Afganistán, sumado a sus crecientes problemas internos, deja a los EEUU en una posición en la que deben mostrarse más fuertes, más decididos, más inflexibles, más audaces y con más voluntad de actuar de la que verdaderamente pueden tener o de lo que sus capacidades le permiten. El escalamiento que se presencia con Rusia, termina descansando sobre una lógica de prestigio que responde a una coyuntura critica en la que no se reconocen los efectos acumulativos de las últimas décadas. En ese contexto surge la pregunta de si existe una estrategia, que como tal debe ser de largo plazo y cuidadosamente diseñada, un tipo de proceso que no ha sido identificable en otros escenarios de política exterior norteamericana y que también puede estar faltando en el caso de Rusia. Fue insólito escuchar al Secretario de Defensa de los Estados Unidos, Lloyd Austin, manifestar, el pasado 2 de diciembre, durante una reunión en Seúl – Corea del Sur, que “lo mejor sería no ver una incursión de la Unión Soviética en Ucrania”. Más allá de lo gracioso e inaudito de sus palabras, estas pueden ser un sutil pero claro indicador de los problemas estratégicos que aquejan los procesos de la política exterior norteamericana.   

Vaclav Havel, protagonista de la Primavera de Praga, último presidente de Checoslovaquia y primer presidente de la República Checa, comentó en una entrevista para Le Monde, en febrero de 2005, que “Rusia no sabe exactamente dónde empieza, ni dónde termina, en la historia, Rusia se extendió y se redujo, cuando convengamos tranquilamente dónde termina la Unión Europea y dónde empieza la Federación Rusa, entonces la mitad de la tensión entre las dos desparecerá, de hecho, la línea de fractura pasa a lo largo de Ucrania”, ahí está la clave para empezar a reconocer y superar las tensiones acumuladas. George Kennan, en su libro, “Al final de un siglo: Reflexiones 1982-1995”, dedicó unas breves páginas a la división eslava de la Biblioteca Pública de Nueva York, allí mencionó que: “El amor por la cultura rusa es algo muy poderoso y muy singular, ese amor unía en aquellos días, como une todavía, a personas de inclinaciones ideológicas y políticas muy diversas y a menudo contrapuestas, también unía a los numerosos visitantes rusos con nosotros, los estadounidenses, que acudíamos a compartir su dedicación en número reducido pero siempre creciente… La biblioteca proveía y ha continuado proveyendo una especie curiosa de paraíso: Un paraíso de tranquilidad y decoro, de entendimiento, simpatía y apoyo sin palabras, y un paraíso de reverencia compartida por la historia grande y trágica, e inmensamente dramática y conmovedora del pueblo ruso y de los otros pueblos eslavos y bálticos”, un genial recordatorio de la trascendental importancia de la perspectiva histórica.  

En este momento, cuando la profesional y meticulosa diplomacia de los EEUU, junto a sus aliados de la OTAN, manifiesta su férrea voluntad de seguir avanzando para posicionarse más cerca de las fronteras de Rusia en defensa de Ucrania, pareciendo reafirmar ese curso de acción por el que se optó en la década de los 90s, en el sentido de hacer morder el polvo a los rusos, se hace necesaria la perspectiva histórica y estratégica que aportó un fenomenal diplomático como Kennan. Sin ella, el actual curso de acción, dominado por la coyuntura y la necesidad de redimir el prestigio herido, llevará a nuevas escaladas, escenarios cada vez más volátiles, conflictivos y peligrosos, tanto en Ucrania y Europa, como en otros lugares del mundo, situaciones más cercanas a una guerra que, bien sea que se libre de forma simétrica o asimétrica, en el marco de la IV Revolución Industrial, traerá consecuencias nefastas e indeseables para para todos.

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Guerra en Siria 2011 - 2017

Autor:

Guerra en Siria 2011-2017: Aproximación los objetivos e intereses de Siria, Estados Unidos, Rusia y sus aliados. Publicado por Amazon KDP. Septiembre de 2018. Middletown DE – USA.

Descripción:

Desde marzo de 2011 la República Árabe de Siria se ha visto consumida por una brutal guerra que hunde sus raíces en la convergencia de varias confrontaciones interconectadas, que han sido alimentadas por actores nacionales, regionales y mundiales, quienes a partir de una particular identificación de objetivos, intereses, riesgos y oportunidades, tanto potenciales como reales, han decidido luchar con particular ferocidad. El conflicto continuó adquiriendo nuevas connotaciones marcadas por la profundización de una guerra muy degradada y por el incremento de las tensiones entre norteamericanos y rusos. ¿Qué factores internos y externos llevaron a la confrontación? ¿Cuáles son los intereses u objetivos de los actores involucrados en la guerra? y ¿Qué lecciones deja este conflicto? son algunas de las preguntas que se pretende responder con este breve texto, que busca contribuir a la comprensión de esta guerra.

Primera guerra mundial

A cien años del inicio de la Gran Guerra sigue causando consternación la manera en la que se concatenaron los hechos y se dio forma a las decisiones de los gobiernos europeos en respuesta al asesinato del Archiduque Francisco Fernando, heredero al trono del Imperio Austrohúngaro, en Sarajevo, a manos de un nacionalista Serbio. Las acciones puestas en marcha en ese momento llevaron a los pueblos de Europa a una titánica confrontación, incomparable en sus magnitudes y cuyas consecuencias marcaron el Siglo XX. En aquel verano de 1914 se desencadenó una compleja maquinaría de alianzas político – militares, que en los siguientes cuatro años consumió la fuerza vital de las naciones europeas. Las complejas visiones e intereses de las potencias europeas se vieron reflejados en el manejo de la política exterior, explicando en buena medida, las causas de la guerra. Sin embargo, la guerra también fue posible porque los gobiernos contaron durante parte de la misma con el apoyo decidido de la sociedad. En ese sentido, el presente libro busca presentar la forma en la que interactuaron los gobiernos entre sí y los gobiernos con sus sociedades antes de la guerra, dando cuerpo a sus causas.

Homo Furens o el hombre como guerrero

Autor:

Homo Furens o el hombre como guerrero. Publicado por Editorial Académica Española. Agosto de 2016. Dusseldorf – Alemania.

Descripción:

La guerra es tal vez la más compleja y perdurable de las actividades sociales que emprenden los seres humanos, siendo un referente cultural común para todas las civilizaciones. Los esfuerzos por comprenderla, librarla exitosamente o prevenirla, están dentro de los campos de estudio que requieren de mayor atención. Aunque la guerra colma las páginas de la historia e involucra un gran número de elementos que interactúan de forma constante haciéndola un sistema extraordinariamente complejo, sigue siendo una actividad en la que el individuo que la lleva acabo es central. Por ello en este texto se busca hacer una breve reflexión sobre la guerra desde ese nivel, el del individuo, el soldado, que es quien enfrentado a la dura realidad de la guerra se transforma en un Homo Furens, en un guerrero, una subespecie del Homo Sapiens, que surge por y para la guerra, definiendo su naturaleza, dándole fuerza y dinamismo, así como continuidad. Esta situación es resultado de varios elementos, siendo central los encantos o placeres que las personas, convertidas en guerreros, encuentran en la guerra.